A través de la difusión entran a la célula moléculas como el oxígeno y el agua, las cuales son necesarias para procesos como la fotosíntesis y la respiración celular. El agua permite la solubilidad de iones necesarios, por ejemplo, para la bomba de sodio-potasio. Esta bomba donde la entrada de iones de sodio y la salida de iones de potasio concede a la célula una carga eléctrica negativa para la transmisión de impulsos nerviosos.
La fagocitosis, como observamos, es un tipo de transporte de partículas grandes endocítico muy importante. Nuestro sistema inmune tiene unas células blancas conocidas como fagocitos. Gracias al reconocimiento celular a partir de proteínas y carbohidratos en la superficie de las células, discrimina aquellas que pertenecen al cuerpo de las invasoras. Engolfa las partículas invasoras y las digiere. ¡Adios, bacterias patogénicas! Este también es el método en que parásitos unicelulares adquieren su nutrición, como la ameba.
Una ameba fagocita un paramecio.
La exocitosis es igualmente importante, ya que por este medio las proteínas, lípidos y hormonas producidas por la célula son secretadas al torrente sanguíneo.
Ahora bien, hemos resumido algunos para qué del transporte celular. Enfoquémonos ahora en uno en particular: la difusión. El dióxido de carbono y las moléculas de agua entran a la célula por difusión y osmosis respectivamente. ¿Para qué? Pues para uno de los procesos más importantes para la vida: la fotosíntesis. Exploraremos este maravilloso proceso en la próxima entrada. ¡Hasta entonces!
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